Agoniza la noche y ya en su ocaso,
palidecen las estrellas, nace el día,
la luna no se oculta todavía
sigue ronda marchando al mismo paso.
De rojo se ha teñido el horizonte
y se esfuman las sombras del paisaje,
el mundo se ha vestido con su traje
de fajina y de nuevo está en apronte.
Las aves más canoras con sus cantos
al hombre predisponen al trabajo
y un gato trasnochado que a destajo
ha vagado, se entrega a su descanso.
Cuando febo al surgir omnipotente
da un tinte de color al panorama,
cuando surge su luz por la mañana
y grita desde arriba estoy presente.
Uno ve que las penas no son penas,
que su fe se renueva y fortalece
y aún herido , esta vida siempre ofrece
horas malas, también horas muy buenas.
Rutinario balance de este mundo
que mantiene constante un equilibrio,
donde nadie podrá ejercer dominio
solo Dios y el misterio más profundo.
Mientras gire el globo, no se agote
y nuestro sol se mantenga inalterable,
continuará la vida inagotable
en cada ser humano, en cada brote.

MANUEL CARLOS GUTIERREZ
Del libro “Amalgama-Antología de CAL”/2019