Laura no sabía que hacer. Sus manos se hincharon y de repente, el anillo de metal que llevaba en uno de sus dedos comenzó a apretarle. Tanto, que el dolor comenzó a volverse insoportable. Intentó quitárselo por sus propios medios, y no pudo. Entonces, decidió llamar a los que siempre están. Ya sea por un incendio de magnitud, o tan solo un gato que no quiere bajar del árbol: nuestros Bomberos.

La historia ya había sido relatada. Pero lo más llamativo aún, que luego de hacerse pública esta situación a través de la cuenta de Instagram oficial de Bomberos (bomberos_campana), y replicada por nuestro medio, los casos se repitieron y ya marcan estadística entre las intervenciones que a diario realizan.

Días pasados, se hizo presente en la guardia del cuartel central, una señora que presentaba un atascamiento de dos anillos en sus manos. El operador de turno, junto con miembros del cuerpo activo presentes, procedieron al corte de ambos objetos utilizando un monitorno dremel.

Finalizado el trabajo, los servidores públicos acercaron, incluso, a la vecina hasta su domicilio, “para asegurarnos que llegue en buenas condiciones” relataron.

El último caso. un joven llega al cuartel pidiendo auxilio, también con un anillo atorado en el dedo anular de una de sus manos. Mismo procedimiento: el personal que se encontraba en el lugar utilizó las herramientas adecuadas logrando cortar el anillo y liberar el dedo aprisionado.

Siempre dispuestos a ayudar al prójimo, los Bomberos reciben la gratitud de quienes son socorridos. Ya sea en una intervención compleja, como bien puede ser rescatarlos del interior de un auto accidentado, o en lo más simple: liberar un dedo oprimido por la rigidez de un malicioso anillo.