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Barranca abajo
La otra cara del calor: familias sin agua potable se abastecen de un desagüe
Desde hace varias semanas, familias de un asentamiento ubicado detrás del barrio La Esperanza no cuentan con suministro de agua potable y, ante las altas temperaturas, deben recurrir a un desagüe pluvial para cubrir necesidades básicas. El líquido no es apto para consumo humano y la situación afecta a varias familias del sector, exponiendo a la comunidad a un serio riesgo sanitario.
Mujeres y niños se abastecen del agua que cae del drenaje y se junta en la zanja.
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La otra cara del calor: familias sin agua potable se abastecen de un desagüe
Mujeres y niños se abastecen del agua que cae del drenaje y se junta en la zanja.
Vecinos de un asentamiento ubicado en la barranca, detrás del barrio La Esperanza, atraviesan una situación crítica al no contar con agua potable desde hace varias semanas. Ante la ausencia total del servicio y en medio de las altas temperaturas, las familias se ven obligadas a recolectar agua desde un desagüe pluvial cercano.
La escena se repite a diario: baldes, palanganas y bidones se acercan hasta la boca del desagüe perteneciente a un emprendimiento privado en el ex predio de Catema, que da sobre la avenida Viola, arteria que conduce a la terminal portuaria. De allí obtienen el único recurso disponible para afrontar tareas básicas.
Según relataron los propios vecinos, el líquido no es potable y su uso se limita exclusivamente a la limpieza, el lavado de ropa o el aseo de los hogares. “Sabemos que no se puede tomar, pero no tenemos otra opción”, expresaron con preocupación.
La situación se vuelve aún más delicada por la composición de la comunidad afectada: en el asentamiento viven mujeres embarazadas, recién nacidos, niños pequeños y personas con discapacidad, todos ellos especialmente vulnerables ante la falta de acceso a agua segura.
Mientras el calor se intensifica y el problema se prolonga en el tiempo, los vecinos reclaman una solución urgente que garantice un derecho básico. La falta de agua potable no solo deteriora las condiciones de vida, sino que también expone a la comunidad a riesgos sanitarios que podrían evitarse con una respuesta inmediata.