Opinión
Agrupación Violeta - UOM

El amo juega al esclavo
Hoy 31 de mayo de 2019 recibí en mi domicilio una carta del Amo. En ella el Amo me comunica de su lamento, por tener que suspender las operaciones de la planta, debido a la baja concurrencia de nuestra parte, como consecuencia de la adhesión al Paro Nacional de la CGT del día 29 de mayo.

Mientras leo estas líneas no puedo dejar de imaginar el gesto adusto de su rostro, el ceño fruncido. Muy diferente al Amo que vimos días atrás en los medios de comunicación locales, desparramando dientes, feliz, anunciando a la población que había pagado un premio récord al personal de convenio por el gran desempeño que tuvo la compañía.

Vaya si trajo cola esa nota del Amo, antes de leerla fui a la carnicería y el carnicero sonriente me dice: “ahora sí que estás dulce ¿te preparo un costillar?”. Yo no entendía nada, hace cómo dos años compro sólo pollo, algún que otro bife de hígado o costeletas, lejos quedaron los tiempos del costillar. Le pregunté ingenuamente a que se refería, y ahí me enteré, que el Amo había aparecido en todos los medios diciendo que habíamos cobrado un cierre de ejercicio récord.

Ni bien volví a mi casa busqué la nota, en ella el Amo hablaba de 85mil pesos, sin explicar que esa cifra abarcaba lo que ya había pagado el semestre anterior, ni que significaba el monto bruto sin los jugosos descuentos por cargas sociales e impuesto a las ganancias, ese impuesto que el actual gobierno iba a eliminar, pero en realidad aumentó, y por el que al gobierno anterior le hacían paros que al Amo no enojaban.

Así estuvo mi semana, explicando a la despensera, al verdulero, y a cada comerciante, esperanzado en levantar sus ventas, que esa plata no era tal y que sólo serviría para saldar deudas.

A los que no llegué a explicarles fue a los amigos de lo ajeno, que, sabiendo que cuando me voy con el bolsito a trabajar por 8 horas no vuelvo, ni aunque se esté por acabar el mundo, ya que en ese lapso mi cuerpo es propiedad del Amo, se tomaron todo el tiempo del mundo para romper la reja del patio, que había hecho hace un par de años, cuando el Amo nos suspendía porque teníamos poca carga de trabajo, ya que al Amo le convenía por el tipo de cambio producir en otros países. Por ese entonces al Amo le costábamos más de 2 mil dólares mensuales y hoy ni siquiera mil, es que el Amo vende en dólares, aunque en mi caso nunca tuve uno.

Imagino las horas que habrán pasado los delincuentes buscando el tesoro anunciado por mi Amo, no quedó hueco por revolver, cortaron los colchones, sacaron el cielo raso, pero nunca encontraron el “extraordinario premio” y se llevaron todo lo que les cabía en las manos. La próxima vez hago un cuadro con el resumen de la tarjeta y lo pego en la puerta, ahí quedo mi premio récord.

Es que en estos 6 meses entre premio y premio se me hizo muy difícil pagar las abultadas tarifas de servicios que, muy confiado adherí a la tarjeta de crédito, para sumar puntos “superclub”, los que canjee por una hermosa pava eléctrica que no hizo más que aumentar mi consumo de luz. Hace un par de meses doña Visa paga esa boleta por mí, al igual que lo hizo con el cable, el gas, el celular, el “Black Friday” del Carrefour y la tasa municipal que no tuve la suerte de mi Amo para que me condonen. Todo esto sumado a que también pague con tarjeta los repuestos del auto, el culiáo no tuvo mejor idea que romperse en este momento de crisis del país, a la que mi Amo hace mención en su carta.

El mecánico, se ve, también leyó la nota de mi Amo ya que cuando fui a verlo por un arreglo pendiente, que hicimos de forma provisoria, me pasó el doble que lo que me había pasado hace un mes.

Sé que el auto es un lujo para un trabajador como yo, seguramente producto de los gobiernos populistas que nos hicieron creer que podíamos darnos esos gustos, entre otras locuras cómo el aire acondicionado y el Lcd, que nos hacían consumir la energía que nos subsidiaban. Esos subsidios que antes nos pagaban ahora se los dan a mi Amo para que apueste por el país extrayendo gas en Vaca muerta, el gobierno se atrevió a bajarle ese subsidio y mi Amo le inició acciones legales. ¡Atrevidos! es mi Amo quien los puso en el gobierno.

Más allá de esto al auto lo tuve que arreglar porque es el único medio que tengo para ir a trabajar, por mi barrio no pasan colectivos y mi Amo no nos pone transporte cómo hacen otras empresas de la zona y cómo hace con su personal “fuera de convenio”.

Recuerdo la primera vez (y única) que vi personalmente al Amo. Estaba en mi trabajo, meta y meta amolar tubos y viene mi jefe, capataz del Amo, me dice que hay una charla en el auditorio de la empresa, va a hablar el nuevo Amo. Recordé las charlas que daba el anterior Amo, los días que se hacían no quedaba un jefe en la planta, todos concurrían a escuchar al Amo. Que nos inviten a nosotros era toda una novedad, podíamos ensuciar las butacas de pana del auditorio con la grasa y hollín que generalmente llevamos en nuestra ropa de trabajo. Dudé un instante, miré la amoladora y le dije a mi jefe: “voy ¿me cambio la ropa?”, “no, no” me contestó “andá que ya arranca, tienen que ir dos o tres operarios por línea, ahora busco a otro”.

El Amo venía Venezuela, allí presenció cómo trabajadores quemaban una imagen suya en la puerta de una de sus filiales (al poco tiempo expropiada). Pensé que por eso tal vez quería mostrarse inclusivo con los trabajadores de la filial argentina. Después de hablar sobre la expansión de la compañía, sus expectativas y proyecciones a futuro el Amo abrió el micrófono a las preguntas de sus “colaboradores”. Uno de los colaboradores que se animaron a hablar le dijo al Amo que aplaudía su decisión de sumar a los obreros a estas charlas que sólo se daban al personal fuera de convenio de la compañía. Al ver la cara de sorpresa del Amo y cómo observó a cada uno de los que estábamos ahí sentados: oficinistas de elegante sport, secretarias refinadas, y jefes con ropa de Grafa inmaculada que se mezclaban con obreros de uniformes sucios y gastados después de dos años de reiterados lavados (cada dos años el Amo entrega una dotación de ropa nueva). Intuí que el Amo hasta ese momento no estaba al tanto de nuestra participación, tal vez alguien se equivocó en la convocatoria o no interpretó bien sus órdenes.

El Amo ensayó una respuesta que lo dejaba como un ser inclusivo, imagen que se contradecía totalmente con la copia de Apartheid que la empresa venía montando desde hacía unos años: comedor exclusivo para personal fuera de convenio, con una imponente infraestructura y platos de comida gourmet, versus comedores fríos y sucios con bancos duros de madera y mesa de mármol (más parecidos a los de una cárcel que a los de un restaurant), en los que no se sirve nada (cada cual come lo que lleva) salvo que el obrero haga horas extras que lo hacen merecedor de una incomible vianda. Portería exclusiva para personal fuera de convenio (los que no ingresan en auto), para que no se mezcle al entrar y salir con el personal de convenio. Micros gratuitos exclusivos para el personal fuera de convenio. Estacionamiento exclusivo para fuera de convenio, vallado y vigilado para que a ningún obrero se le ocurra ocuparlo. Quioscos con precios subsidiados exclusivos para el personal fuera de convenio versus “quiosco móvil” con precios inflados, para el personal de convenio. Cabe aclarar que hoy los quioscos exclusivos fueron reemplazados por máquinas expendedoras y que el quiosco móvil ya no existe.

De más está decir que las charlas con el personal desde ese día volvieron a ser sólo para el personal fuera de convenio y que los de ropa sucia no volvimos a salir de los galpones.

No es la primera vez que mi Amo me escribe, en diciembre de 2017 me envió una carta convocándome a trabajar el feriado del 8 de diciembre, según decía la nota era una “gran alegría llegar a fin de año con una perspectiva de mercado mucho más alentadora que la que teníamos al inicio”, en esa carta el Amo me llamaba “colaborador” y difería mucho del tono enojado que mostró en esta última. El Amo estaba feliz, pero no duró mucho, a los pocos días el Amo me escribe nuevamente, muy enojado por habernos adherido a los paros del 18 y 19 de diciembre y nos llama a la reflexión además de culparnos por no poder cumplir con sus clientes, también nos informa en esa carta que no nos concedería asueto a partir de las 18 horas los días 24 y 31 de diciembre cómo se hacía desde varios años antes. En esa sus “colaboradores” nos rebelamos y nos retiramos a las 18 horas igual.

A partir de entonces al Amo se le hizo costumbre escribirme, llegaba el cartero con “severos llamados de atención” por haberme parado en un lugar que según el Amo y sus capataces no se podía, o por realizar algún trabajo de una manera que no les parecía correcta, o por no atarme en el mentón un elástico que ahora se le ocurrió que me ponga. Esos llamados de atención se convertirían en sanciones y suspensiones.

La correspondencia del Amo era fluida. Incluso me retaba por estacionar mi auto en lugares no permitidos por la empresa, sin importarle que no haya el suficiente lugar en los estacionamientos habilitados al personal de convenio. Cuando tenía el auto en el taller mi hermano me prestó una moto que usaba poco. ¡Para qué! el Amo me envió otra carta llamándome la atención por no usar casco en la moto. El Amo todo lo ve, tiene cámaras en todos lados, es el “Gran Hermano” de la novela de George Orwell y cómo en la novela tiene sus propias reglas que ningún trabajador puede violar, las que cambia según su conveniencia, tiene su propia “policía del pensamiento” y por supuesto las “tele-pantallas” con las que EL GRAN HERMANO TE VIGILA.

Me cuesta entender el enojo de mi Amo, no se conforma con habernos bajado el salario en dólares a más de la mitad, pretende que otra vez este año perdamos ante la inflación, ni siquiera avala el modestísimo aumento arreglado para este año entre las otras empresas del sector y nuestro sindicato. Dentro de la planta lleva adelante su propia flexibilización laboral, reduciendo puestos en todas las líneas, aumentando nuestras tareas. Pero antes la sociedad el Amo se muestra generoso y alegre.

Es que es el mismo Amo que te sanciona por arremangarte la camisa o te echa por olvidarte un marcador en el bolsillo al salir, el que te regala pastelitos en la puerta en vísperas del 25 de mayo.

Será que los Amos son así, con la misma mano que te azotan te acarician y el mío no es la excepción.

Pero hay algo que noto en mi Amo, está nervioso, sus cartas lo demuestran. Los paros ahora lo afectan.

EL AMO ESTA DESNUDO..

VIOLENCIA ES MENTIR.

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